viernes, 25 de septiembre de 2009

A garantizar el PAMA de Doe Run


Primero fue la Comisión de Energía y Minas del Congreso que aprobó por mayoría el proyecto que amplía por 30 meses el plazo para que Doe Run culmine su PAMA, el cual ahora tiene carácter de improrrogable; luego fue ratificado por el pleno del Congreso.

Ahora se informa que la minera Doe Run Perú evalúa entregar al Gobierno y a proveedores sus acciones y hasta una mina en operaciones como garantía para asegurar el cumplimiento de su plan de mejora ambiental; lo que nos parece saludable y sensato.

Doe Run, de la estadounidense Grupo Renco, para completar su plan ambiental siempre consideró de clave para reanudar sus operaciones que lo salvarían de un colapso financiero una ampliación a su PAMA, cuyo plazo anterior vencía a fines de octubre.

Doe Run tiene inversiones pendientes por unos 160 millones de dólares para completar el plan ambiental, además debe unos 110 millones de dólares a sus proveedores, que les cortaron el suministro de metales. La minera podría reiniciar en las próximas semanas sus operaciones en el complejo metalúrgico de La Oroya, paralizadas desde junio.

Es en este sentido Doe Run tiene un gran compromiso no sólo con el Estado sino una gran responsabilidad social que no debe defraudar, primero porque sus propios trabajadores fueron los que salieron en defensa de su estabilidad laboral. Ahora los dirigentes sindicales han expresado de que serán los primeros en que exigir que Doe Run cumpla con su PAMA, le tomamos la palabra y le recordaremos permanentemente.

Asimismo no debemos olvidar que por esta crisis se llegó a una situación de violencia, lamentablemente con la pérdida de tres vidas humanas, dos trabajadores y un policía que merecen ser honrados por siempre.

Finalmente Doe Run tiene un compromiso con el medio ambiente que pasa por concluir su último proyecto PAMA y quizá sólo con ello se podría hablar de que realmente la minería puede convivir con la naturaleza.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

¿Y ahora que... ?







En nuestra anterior columna advertimos de la despreocupación de nuestras autoridades desde el Ejecutivo, Congreso y Gobierno Regional sobre el desinterés que existía sobre el caso Doe Run; insistimos en un diálogo alturado y debate urgente entre las partes en conflicto, de un tema que es complejo, pero que su solución pasa por una voluntad política, con definiciones concretas, justas y no sólo humanas; sino también empresariales y principalmente medioambientales porque vivimos en una casa que nos pertenece a todos.

Dijimos también que no podíamos esperar a que todavía haya muertos; porque de nada sirve expresar sentimientos de congojas y pesar si se puede evitar tragedias innecesarias. Lamentablemente pasó lo que tanto temíamos, detenidos, heridos y lo peor un policía muerto y se habla también de que en los últimos enfrentamientos por el control de la Carretera Central falleció un trabajador y una menor agoniza como consecuencia de la inhalación de los gases lacrimógenos.

De que vale que nuestro presidente regional haya viajado a La Oroya tras acordarse de que fue designado interlocutor entre el Gobierno y los trabajadores o que el congresista de Junín Ricardo Pando haya mostrado voluntad de llegar a buen puerto sobre el problema en la comisión de Energía y Minas del Congreso que él preside; ¿acaso estas acciones tardías nos devolverá la vida del policía Grovert Tayco Taipe? ¿Quién velará por su menor hija de un año y 10 meses que en su inocencia reclamará a su padre? ¿será Huaroc o Pando?; sólo por citar como ejemplo.

Con los recientes hechos se confirma también de que no aprendimos la lección de los sucesos de Bagua; y que somos tercos, porque insistimos en volver a vivir similares hechos violentos para luego otra vez caer en lamentaciones absurdas.

Esperamos que hoy el pleno del Congreso pueda debatir el problema; dejando de lado intereses subalternos y pensando no sólo en la estabilidad laboral de los trabajadores de Doe Run que con justicia se han volcado a las calles, sino también en el bienestar de las generaciones futuras que esperan de nosotros vivir en un ambiente sano o con mínima contaminación ambiental que es responsabilidad social en este caso de la empresa Doe Run.

martes, 22 de septiembre de 2009

No aprendemos la lección


Nuevamente el rompimiento del diálogo entre las autoridades del gobierno central, funcionarios de Doe Run y la dirigencia de los trabajadores de esta empresa, nos lleva a la población de la región central del país, a vivir momentos de preocupación y zozobra, no sólo por el hecho del bloqueo de la Carretera Central que perjudica a transportistas y pasajeros; sino también por las cuantiosas pérdidas económicas que se calcula en aproximadamente 10 millones de soles diarios.

Decenas de industriales, miles de comerciantes de diversos productos e insumos ven con preocupación el problema de Doe Run, que se espera pueda alcanzar una pronta solución.

Pero la preocupación se ahonda por el resultado de los enfrentamientos que ya se han producido entre trabajadores de Doe Run y la población de La Oroya; con las fuerzas combinadas del Ejercito y la Policía, que han llegado a esta ciudad con la consigna de resguardar y garantizar el orden público. Consideramos que se debe evitar el derramamiento inútil de sangre o la pérdida de vidas humanas.

Aún está fresco el recuerdo de los sangrientos hechos de Bagua por un enfrentamiento absurdo entre peruanos que pudo evitarse con sólo debatir las demandas de las comunidades nativas de nuestra selva peruana.

Parece que nuestras autoridades se olvidaron de estos hechos y ahora se niegan al debate urgente de un tema que es complejo, pero que su solución pasa por una voluntad política que también significa ceder en algunas posiciones encontradas.

No esperemos lamentar muertes porque de nada sirve expresar sentimientos de congojas y pesar si se pudo evitar tragedias innecesarias. Exigimos en cumplimiento al papel de periodistas que nos toca jugar en la actual sociedad de que las autoridades puedan sentarse a debatir y dialogar alturadamente del problema que tiene definitivamente soluciones concretas, justas y no sólo humanas; sino también empresariales y principalmente medioambientales porque vivimos en una casa que nos pertenece a todos.